Lejos del lugar al que hemos llamado hogar, abrimos nuestros sentidos para dejarnos empapar de todas las nuevas influencias que se introducen en nosotros. Para hacernos nuevos, para hacernos distintos del ser que fuimos.

Así también, nuestro cuerpo se funde con el ser deseado y abrimos todos nuestros poros para que esa caricia, ese beso, ese escalofrío del miembro duro dentro de la piel, nos haga nuevos, nos haga distintos del ser que fuimos.

Ahora bien, ¿cuántas interferencias nos encontramos en esos caminos hasta llegar al ser nuevo que ansiamos? Pues no podemos negar ese deseo de ser nuestros propios prometeos, nuestros propios pigmaliones. Queremos comernos a nosotros mismos para digerir todas las caricias del otro, todas las palabras y conflictos de nuestra nueva patria.

Nuestras patrias son los otros. Eso tendríamos que tenerlo claro en estos tiempos de nuevas banderas y nuevos lemas.

Nuestras caricias son los otros. También se nos olvida en estos tiempos de látex y aplicaciones digitales.

Marcelo recoge esas interferencias en pequeñas diapositivas que surgen de él mismo. Luz interior de sus vivencias. Exilio privado de lenguajes y poéticas. De amores, de cuerpos, de relatos. Somos lo que relatamos. Y él lo desarrolla en varias lenguas. Se come así mismo en estas “Autoprofagias”.

Daniel, en “Ready”, quiere romper el látex de nuestros cuerpos. Quiere tocarnos sin muros de plástico. A través de esos espejos, romper los guantes que nos separan del tacto real, del escalofrío puro del amor sin reservas. Con la ayuda de la medicina que crea, que inventa, para evitarnos enfermar. Pero, ¿estamos preparados para ello?

Pintura, fotografía, collage, ¿no serán también interferencias para enfrentarnos a nosotros mismos? ¿O tal vez sean el hilo conductor de toda verdadera vivencia?

Ahora, cuando otro año más se acerca el Orgullo, vamos a “interferir” nuestras realidades con las caricias y los relatos de Daniel y Marcelo. Dejémonos besar por ellos, por su belleza, por su profundidad.

Guillermo Martín Bermejo