Utilidades del Arte como herramienta de cambio social [2]. Niveles de utilidad
Coincidiendo con la apertura del plazo de matrícula de la décima edición del curso de postgrado “Arte, Cultura e Intervención Social” lanzamos esta serie de artículos, que son una reflexión sobre nuestra forma de trabajar y las necesidades que nuestro entorno social tienen de utilizar la cultura y el arte para promover un mundo mejor. Hace ahora séis años, iniciamos esta experiencia formativa en la que intentamos preparar a los alumnos para la vida profesional a través de una actividad tan apasionante como el uso de iniciativas culturales y artísticas para cambiar nuestro mundo.
¿Qué es lo que funciona a nivel individual?
Cuando nos referimos a los usos del arte en la mejora de la calidad de vida de personas en situación de desventaja social, no hablamos en sentido estricto de los efectos que per se el arte tiene sobre determinadas patologías o trastornos que, a menudo padecen estos individuos, y que en un número significativo de casos están en la base de su situación de exclusión. No hablamos de arteterapia, musicoterapia, ni otras disciplinas afines.
Pensamos que estos abordajes terapéuticos pueden ser útiles en algunos procesos de intervención si se aplican de forma adecuada y con el debido rigor. Para ello existen profesionales adecuadamente formados y con la debida experiencia.
En las iniciativas a las que nosotros nos referimos, el foco está puesto en el proceso creativo, y el valor fundamental reside en el itinerario que las personas implicadas siguen, desde el inicio hasta la finalización de la/s actividad/es.
De esta manera, el producto, el resultado final como objeto o como muestra, únicamente tiene un valor secundario.
Si realizamos un trabajo con mujeres reclusas para montar una función de teatro, por ejemplo, las representaciones de la obra elegida, tendrán valor en tanto que suponen una fase más del proceso y, sin duda, contribuirán a la difusión del trabajo realizado. Probablemente, incida también sobre las actitudes que el conjunto de espectadores –o los que lleguen a conocer la experiencia- tengan sobre las mujeres que están en una institución penitenciaria. En este sentido, el impacto sobre la población a la que se muestra el resultado es indiscutible, y haría referencia al tercero de los puntos desarrollado en nuestro artículo anterior (El arte como instrumento de sensibilización, visibilización y lucha contra el estigma).
Pero más allá de ese elemento, lo que provocará cambios en dichas mujeres, en sus procesos vitales de inserción social; lo que se traducirá en una mejora de sus habilidades serán, de forma potencial, todos y cada uno de los elementos del proceso y la metodología con la que se ha desarrollado la actividad:
- Estar en contacto con monitores distintos a los educadores sociales de la institución
- En un centro cultural cercano
- Elaborar la escenografía, el vestuario…
- Colaborar en el equipo de trabajo
- Leer distintos textos para elegir de entre ellos el que va a representarse en esta ocasión
- Etc.
Cada vez son más numerosas las iniciativas que emplean metodologías artísticas para mejorar la calidad de vida de las personas en cualesquiera de las vertientes que hemos descrito con anterioridad.
Sin duda, éstas actúan sobre variables intervinientes en el desarrollo del individuo. Algunas capacidades superiores son susceptibles de mejorar a través de la implicación del individuo en actividades que, de una forma natural y sencilla, tienen que ver con la creación o la producción artística.
El paulatino proceso de democratización del arte y la cultura, o la diversificación de sus disciplinas, de los últimos tiempos –cada vez más accesibles-, ha contribuido sin duda al impulso de su uso en el campo de la intervención social.
Poco a poco nos vamos alejando de los talleres de terapia ocupacional tradicionales que, desde instituciones cerradas, entretenían –de un modo puramente asistencialista- a sus usuarios con pintura, trabajos manuales o una representación teatral; y cada vez con más frecuencia aparecen proyectos cuyo objetivo se basa en el proceso de la creación artística, atendiendo de forma especial a las habilidades y destrezas que los individuos presentan o son capaces de desarrollar.
Claro es que no todas las personas en situación de desventaja social tienen talento potencial para crear productos artísticos de calidad, pero tampoco sucede esto en el grueso de la población.
Si a este hecho indiscutible, sumamos la importancia de poner el foco de atención en el proceso creativo y no en el resultado final, encontraremos en el arte y la cultura, un conjunto de herramientas de incalculable valor para la mejora de la capacidad de adaptación y de la calidad de vida de las personas que se encuentran en exclusión o en riesgo de padecerla.
José Antonio Mondragón
Director del Curso de Experto Arte, Cultura e Intervención Social
Factoría de Arte y Desarrollo
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!