Esto se mueve…también en Málaga
En estos nuevos tiempos donde casi todo parece emerger, la oferta cultural, para no ser menos, se multiplica en un buen número de ciudades de nuestra geografía.
En lugares como Málaga por ejemplo, la creciente oferta institucional contagia a los artistas más jóvenes, que se unen en colectivos o que de manera individual, experimentan prácticas creativas mientras sueñan que otro mundo es posible.
En los foros expertos irrumpe periódicamente la duda sobre lo conveniente de unos y otros modelos de gestión de la cultura. Aparecen nuevas fórmulas con capacidad de adaptarse a las exigencias de un panorama complejo, donde la conciencia de que los recursos son limitados es un hecho ineludible. Como no podía ser de otro modo, estos nuevos modelos son aplaudidos por unos y mirados con recelo por otros. En torno a la reciente apertura del Centro Pompidou de Málaga por ejemplo, no deja de ser cuestionada la validez del modelo de franquicia, y hay quienes opinan que se trata simplemente de una manera de darse un capricho temporal e irreflexivo.
Sin embargo, no podemos obviar que alrededor del proyecto sucursal de uno de los centros de arte más relevantes del mundo, están pasando otras cosas en la ciudad de Málaga de forma paralela.
Las iniciativas artísticas y culturales de jóvenes gestores o creadores se multiplican en una suerte de inventos que convierten al panorama en una pura efervescencia. Diversos colectivos de creadores o gestores se reinventan con estrategias cada vez más divergentes, y arriesgados artefactores como Pedro Alarcón en su Casa Sostoa o Cristian Alcaraz, subido a La Azotea de Mármoles están consiguiendo poner en pie a un tejido que pedía a gritos un poco de color cultural desde hacía tiempo.
Desconozco el peso que las (nuevas) instituciones culturales tienen en estos acontecimientos, pero estoy seguro de que sus responsables se han visto estimulados por las actividades que promueven o han soñado llevar a cabo algún proyecto que se integre en su programación.
Quizá las nuevas marcas e iniciativas en el mapa de siempre nos hagan pensar dentro de un tiempo que nos ha merecido la pena, que puso en pie (o a pensar, o a crear, o a discutir) a los que se dejaron contagiar por ellas.
La gente quiere más. Y mejor. Y estamos dispuestos a dárselo.
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