Hoja de Ruta para Gestores Culturales (II)

​… Detectar esta cuestión no hace que la solución sea sencilla. Antes al contrario. En primer lugar, supone asumir que nosotros somos, al menos, una parte del problema. No como origen del mismo, sino como dificultad a la hora de adaptarnos a la nueva realidad.
Se entiende por selección natural  el proceso por el que la supervivencia del los individuos está determinada por su capacidad de adaptación al medio. Así, en un entorno en constante cambio, se hace necesaria una serie de cambios en la forma de gestionar cultura o de desenvolverse profesionalmente en el medio cultural.

Es por eso que los modelos de institución tradicionalmente establecidos (espacios expositivos, espacios de creación, o incluso espacios formativos) han debido reinventarse, y la mejor forma de hacerlo es englobando varias (incluso todas) las líneas de negocio en una misma entidad.

En los últimos tiempos hemos asistido al cierre de algunos espacios de corte tradicional en el mapa cultural español, aunque al mismo tiempo, se ha venido sucediendo una eclosión de nuevos proyectos creativos, expositivos, etc.

Estas iniciativas suelen ser en su mayor parte, una amalgama de otras tipologías de espacios ya inventados, que se unen para aprovecharse de las sinergias que, desde las distintas áreas de trabajo se producen.

Cuando hablamos de estas sinergias nos referimos, cómo no, a aspectos tales como los siguientes:

  • Actividades de comunicación, márketing y difusión
  • Actividades de producción-exhibición-formación
  • Profesionales que gestionan o llevan a cabo las distintas actividades
  • Mantenimiento y amortización de una estructura (espacio, suministros, infraestructura, etc)

Así es frecuente encontrar proyectos que son una galería y al mismo tiempo una tienda de artículos relacionados con el arte desde el punto de vista editorial –u otros- en los que además, se ofrecen cursos de formación artística –o sobre comisariado de exposiciones- y en el que se pueden alquilar espacios para la producción artística por poco dinero. Con un poco de suerte, además, en estos espacios, los propios artistas, podrán exponer sus obras y obtener el retorno de las ventas realizadas.

De esta manera se conforma un modelo colaborativo, donde el dinero circulante es poco, pero con una alta rotación. Para la subsistencia no es necesario que el artista venda una gran cantidad de piezas, o a unos precios elevados, porque sus costes de producción son asumibles. Pero además, estos costes, sirven para que el lugar en el que exponen sus obras obtenga alguna rentabilidad algo más allá de la que se genera con la venta de la propia obra.

José Antonio Mondragón

[Continuará]

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